viernes, 17 de abril de 2009

Tercer escape: Los medios como servicio público.



A los imperios no los derriba nadie "dice". Se pudren por dentro, se caen solos.
Rodolfo Walsh


Después de vivir un siglo XX donde las concepciones atómicas de los medios de comunicación hicieron sus estragos, a un puñado (?) de años de haber comenzado el siglo XXI, es necesario que las comunidades tengamos una nueva visión de los medios.

Una vez juzgados como aparatos propagandísticos usados por sistemas totalitarios, donde su 'mágico' poder inyectaba sus mensajes a las masas para que adhirieran a la ideología hegémonica;en otro de sus polos, resultaron concebidos como grandes empresas desarrolladas en el auge del capitalismo, que, al igual que planteaba el fordismo, sus productos enlatados contenían nada menos que información y un recorte de realidad social. Esas visiones, que responden a algunas corrientes vigentes, necesitan traspasar un grado antes de que caigan en mayores paradojas.

Ahora bien, ni como grandes aparatos ideológicos ni como grandes empresas multinacionales. Una tercera mirada, y por la que hay que pujar el día de hoy, dimensiona los medios de comunicación como servicio público. ¿Qué quiere decir? Entre varios puntos más, una mayor pluralidad en el acceso a la información, una nueva posibilidad para que otros sectores, generalmente los que no están vinculados al gobierno ni al alto empresariado de un país, pueda convertirse en el emisor de un mensaje mediático.

Los estados modernos necesitan de esta nueva concepción del espacio de comunicación mediada porque de lo contrario se seguiría perpetuando un paradigma que responde más a los sistemas feudales que a los democráticos. En eso es imprescindible que el Estado acompañe con un fuerte respaldo legislativo.

Pluralizar el acceso a la radio, la televisión, o los medios gráficos mantendría con más fuerza la producción de contenidos culturales locales y realmente habría un reflejo genuino de cada comunidad en sus medios. En el caso de Argentina, ya no sólo se vería a Buenos Aires como el gran centro productor de novelas o films. Sino, quizá ayudaría a comunidades más pequeñas, como la de San Juan, a crear sus propias historias para la televisión, donde seguramente la desconfianza y el prejuicio de que 'no son iguales que los de capital' primaría al comienzo, debido que son muchas las décadas en las que se consumieron programas de los grandes centros. Pero, más de uno terminaría por pispear de qué se trata lo nuevo para ver cómo actúa alguien que seguramente conoce.

Es como ayudar a que retroceda la visión de la empresa-red donde opera la lógica del mercado para que tengan voces otros sectores. Y así finalmente dejar un poco de lado los estudios de "recepción", "feed-back" o "audiencia" para dar lugar al estudio de cómo sectores no gubernamentales y no empresariales tienen un lugar en estos aparatos.

Aboguemos por el fin de las anacrónicas leyes de radiodifusión que rigen varios paises de Latinoamérica. La gente de comunicación debe decir presente ahí ;)
Tampoco se dice acá nada del otro mundo, sólo hace falta agudizar el sentido común.

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